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rraciica. 189 es preciso huir del espiritu de la impureza como manda el Apostol 1; es necesario tam- bien resistir á otros, como dice Santiago 2; y aun lal vez es necesario provocarlo al com- bate. El que en lugar de vencerle, no se aplica mas que a no ser vencido ; en evitando las oca- siones de venir á las manos, jamás adquirirá una virtud. Tenemos necesidad de una gran discrecion, dice san Juan Glimaco 3, para re- conocer cuándo, en qué reencuentros y hasta qué punto debemos combatir contra el pecado en las ocasivnes que se ofrecen; y cuándo de- bemos retirarnos prudentemente del combate. Si este discernimiento es de una grande con- secuencia, no es de menos dificultad; y el Santo que enseña la necesidad, no da el me- dio para este tiempo; pero se puede decir que lo ha indicado en alguna manera, tratando casi toda la seguida del santo reposo: 4, En efecto, esta quietud interior es una regla in- tima y siempre presente, que nos hace dis- cernir los enemigos que nos combaten con vigor, de aquellos que debemos huir:con pru- dencia. Si la tentacion Os agita violentamente; si Os hace perder la paz del alma; si es ne- cesario mucho tiempo y cuidado para reco- brarla, no os espongais á este choque, pues se vé que salis siempre con pérdida: burladio en cuanto penda de vosotros , hasta que ejer- 4 Fugite fornirationem, 4 Chorint. 6, 18. — 2 Re- sistite diabolo, Jac. 4,7. — 3 Escala Santa , grad. 185, — 4 Ibid. 27.

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