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A A ] | j Ñ 1 6 Paz Interior. los de Dios, de los del demonio y de los del amor propio; porque el Espiritu de Dios nos pone en recogimiento y en paz, cuando el ma- ligno Espíritu inspira é introduce en nosotros la disipacion y la turbacion. Yo, dice el Rey Profeta , yo escucharé lo que Dios me diga en el fondo de mi pecho; porque sus divinas pa- labras no son otra cosa que palabras de paz 1. El demonio bien puede producir en nosotros alguna apariencia de esta paz interior; y al influjo de la satisfaccion del amor propio, puede hacer que sintamos y percibamos alguna cosa que le parezca. Pero las almas esperimentadas no se engañan con esto, ni se detienen ni apli- can la atencion á esta semejanza; asi como el que ya ha visto al Sol, no atiende á la escasa luz de una lámpara ni se vale de un farol en el medio dia. ¡ Oh cuántas utilidades se logran en las dife- rencias y vicisitudes que suelen acaecer en la vida de los hombres, por saber discernir los mo- vimientos de Dios, de aquellos que no vienen de su majestad! ¡A euántos engaños, horrores y estravios se espone el que no sabe hacer esta distincion ! Y ¡en cuánto aprecio debemos tener esta paz que, despues de la Fé, de la Santa Doc trina y de la obediencia, es uno de los mas gran- des medios para no dejarse engañar ! ¡Cuántos escrúpulos se desterracian! ¡ Cuántas ilusiones disiparian! ¡Cuántas empresas imprudentes se- 1 Audiam quid loquatur in me Dominus Deus, quoniam oquetur pacbem in pleem suam. Psalm, $4, 9.

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