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150 Paz interior. atencion como respeto : lo mira con sus ojos lle- nos de simplicidad y de candor; y aunque se halla desprevenido , lo trata como puede, sin turbar su alegría , ni la de los otros convidados con su apresuracion, ni con su inquietud. Lo recibe san Pedro en la suya, pero sin inquie- tarse de lo que le falta, para recibirlo con decencia; persuadido de que pues nada se le escondía, queria contentarse con lo que en ella hallara ; y bien lejos de turbarse y de creer que el Salvador se ofenderia de la indigencia de aquel acogimiento , le pide confiadamente una gracia, y le presenta á su Suegra enferma, suplicándule la conceda la salud, á que. res- pondió benigno con el favor. Las dos Her- manas del Evangelio son favorecidas con la visita del Soberano Maestro: y cuando Marta se apresura por recibirlo bien y regalarlo; María le recibe con mas humildad que afan; con mas reposo que ardor; y tan sosegada y sentada su alma , como su cuerpo: Jedens. Oye las palabras de vida que salen de su bo- ca, y no le dice siquiera una: Audiebat; y con todo eso logra ser distinguidamente ala- bada. El Hijo de Dios vá á casa del Centurion: éste se abanza á gran paso, porque aquel no se apresure ; y saliéndole al encuentro le di- ce: «Señor , Do os deis prisa; yo no me- »rezco que vos vengais á mi Casa. ¡Ah! ¿Por »qué quereis tomaros tanto trabajo inúfil- »mente? En este instante y desde este lugar nen donde estamos, podeis mandar á la en- »f-rmedad de mi Criado, como yo mando
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