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us Paz interior. que nace del mismo principio. Estos último, que quieren ser muy cumplidos en sus casas y se glorian de serlo , y desean que todos se- pan que lo son; sorprendidos de una visita, se entregan por un cuarto de hora al desórden ya la confusion; se apresuran, gritan contra sus domésticos, se inquietan, aturden al mundo, los hacen gemir en secreto; y últimamente la reciben muy mal por querer recibirla bien. Decidme ahora : ¿Si os recibiese un amigo de esta suerte, no lo sentirias? ¿No estariais mas disgustado del afán y turbacion de la casa, que gustoso del buen órden con que os reci- bia ? No tendriais tal vez la libertad de decirle: Yo he venido por yeros , no por vuestros do- mésticos mi por vuestros muebles, estad de gra- cia conmigo y hacedme el gusto de que yo goce tranquilamente el placer de poseeros y esto me basta. ¿No es asi? Pues Jesucristo os dice poco menos, cuando desea entrar en vues- tras almas: Mis delicias son, estar con Jos bijos de los hombres 1; y yo me complazco £on los pobres, singularmente si ellos tienen la humildad , que es la posesion primera de su estado. Los cojos, los ciegos, los paraliticos son aquellos, con que yo lleno la casa de mi festin 2: á esto llamo á los pequeñuelos, y á aquellos en quienes la gran confianza de acer- carse á mi, parece locura y necedad 3; como 1 Delicia mea esse cum filiis hominum. Prov. 8, 31. 2 Pauperes, ac jdébiles, cecos, et caudos introduce bue. Luc. 14, M.— 3 Si quis est parvulus, veniat ad me. El insipientibus locuta est: Venite, comedite. Prov. 9, 4.

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