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Práctica. 157 que cs acerqueis á él rara vez, y que po- sesus una paz constante y uniforme, que darla tan frecuentes asaltos con estas Comuniones reiteradas. Hallo muchos Santos, que no han comulgado, sinó raras veces; pero no hallo alguno , que mo haya conservado la paz del alma. Ay de mi! Cómo podrian estar los San- tos sin esta paz sólida, intima, y profunda, que es la santidad misma como hemos dicho ya con san Agustin! V. Yá la verdad, hay un grande fondo de amor propio. escondido bajo el velo de la de- vocion. Se halla uno todo confuso de verse poco fervoroso, porque tiene la presunción de creer que puede lograrlo eon sus propias fuerzas. Está persuadido á que no hay medio de adquirir un fervor, que pueda disgus- tar á Dios Ni tiene la humildad de conocer ingénuamente las faltas, que han destruido ó enflaquecido esta dichosa disposicion, ó la confianza en aquel que solo puede darla de nuevo. Pero por poca reflexion que se haga, se puede comprender, que este movimiento y esta agitación interior no pueden producir el fuego del amor Divino, sinó solamente el de la imaginacion y actividad natural. No importa: se desea ser fervoroso , de cualquiera mudo que sea; porque lo que se quiere es, estar contento de si, sin examinar mucho si este medio lo quiere tambien Dios. Yo comparo estas Comuniones hechas con tan grande celo, á ciertas personas del mundo; porque en ellas reconozco una apresuracion,

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