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114 £az interior. por eso son estas las que os dañan mas. Ocu- páaos, pues, mucho de Dios, y poco de vos- otros mismos. VII. Pero ¿qué os sucede? ¿Acaso vues- tras sequedades os vuelven á llamar como con repugnancia? Sí. Mas puede ser que sea por amor propio, antes que por celo. Vuestra pena solo consiste en que estais disgustados, y os quereis hacer creer que temeis disgustar a Dios. Pero si su Majestad quiere llevaros por ese camino, ¿por qué buscais otro? Y este que elegiéreis ¿será mas agradable a Dios, cuando no pide otra cosa que la sumision á su voluntad ? ¿0 será mas útil para vosotros cuendo:no teneis necesidad sinó de morir á vosotros mismos? Dejad, dejad obrar a Dios; porque él sabe, mejor que vosotros, lo que os conviene. Llenad vuestros deberes como podais, y estad en paz. Contentáos con-lo que os diere, pues él se contenta con que hagais lo que podais. CAPITULO VIIL Vida de fé. Entra mae en el camiuo de la fé, á medida de lo que Dios quiere que esteis en él; y caminad á grandes pasos, con deseo de no dejarlo jamás. Sea su oscuridad toda vues- tra luz, y su firmeza sea siempre vuestro ar-

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