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12 Paz interior. CAPITULO VH.. Padecer sin inquietud las arideces del alma. I. Lejos de buscar un gusto sensible en las afecciones escitadas con esfuerzo , es pre- ciso sufrir sin impaciencia las arideces y dis- gustos, y preferir siempre una paz sólida fun- dada sobre la firmeza de las resoluciones, á los consuelos pasajeros , formados comunmente con nuestra ternura natural, ó concedidas como á fuerza a huestra escesiva flaqueza. En efecto, no son pocas las almas flacas y poco versadas en la vida interior , que buscan con ardor los consuelos, y que se afligen hasta el esceso con las sequedades ; y desde que cesa Dios en acari- ciarlas, como una tierna Madre á un pequeño infante reclinado en su seno, creen que las ha abandonado, y se hallan tentadas para abandonarlo á él; y entónces ordinariamente desprecian su servicio, y pierden del todo la paz del corazon. Este es un mal tan comun, que no hay Libro espiritual que no lo trate: y yo me dispensaria gustosamente de hablar de esto, si lo poco que diré, y he visto en estos Autores, no entrase necesariamente en la materia de que trato. Confieso desde luego que es cosa triste, cumplir las obligaciones religiosas con un co razon frio y con un espiritu disipado , y vol-

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