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98 Paz Interior. cosa que á solo él. Cuando decimos á un amigo que lo amamos sinceramente; que cuanto te- nemos está á su disposicion; y que estamos prevenidos y prontos para sacrificarnos por él; estamos satisfechos de nosotros mismos, y creemos que él tiene motivo para estarlo, aunque le hayamos dado esta seguridad con un tono simple, sin gestos espresivos, sin una vista llena de fuego, sin movimientos de convulsiones, sin una respiracion fuerte y pre- cipitada. Y ¿por qué? Porque sabemos que las espresiones maturales y los medios ingénuos, son verdadero lenguaje de corazon ; y que no es otra cosa que esta lo que nuestro amigo pide. Y ¿pensamos acaso , que Dios nos pide otras ventajas ? ¿Nos ha dicho alguna vez : Dad- me vuestra cabeza ó vuestro pecho , vuestras manos ó vuestros ojos? No por cierto. Dé- mosle, pues el corazon que pide, y quede- mos descansados. MI. Mas hay aún; y esto es, que debemos reprimir , dulcemente estos movimientos sen- sibles, cuando ellos vienen, sin que nosotros los hayamos escitado. Estos borbollones inte- riores de una imaginacion ardiente; estas sa- lidas de un natural activo, y muchas veces presuntúoso, no hacen mas que llevarnos é hincharnos con la devocion. Esto es, dice el Apóstol san Pedro , un fervor extranjero, que no hace mas que estraviarnos , lo que es para nosotros una tentacion verdadera 1. Nuestro 4 Nolite peregrinari in fervore , qui ad tentationem vobis fit. Petr. 4, 12,
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