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y2 Paz interivr. > lemente de Dios, Ó se entrega á todos sus sustos; y no se comienza á conocer el engañó "que se cáe, hasta haber caido y hasta no reverse á la esperatiza de volver á él. Esto jue dice este piadoso y sabio Obispo , es tirita le las grandes máximas de Jos Santos , y so* bre todo de los antiguos Padres del desiérto, que no encomendaban otra cosa con tanto es- fuerzo , y especialmente á los noviciós , cuya virtud áun flaca y vacilante, tiene necesidad de ser sostenida por un cuerpo de ejercicios levotos 1. Se puede ver en efecto en todas las Historias de los primeros Maestros de la vida ascética, en que los mas perfectos bien lejos de relajarse de ningun modo de esta exactitud, la tenian por un deber esencial ?; y alguna vez por una necesidad, dirigida comób de una santa esclavitud 3. Miraban todos sus ejercicios de piedad, como otros tantos ler- raplenes,. que cubrian sus grandes obligacio- nes, y que ponian su salvacion en seguridad; y con este pensamiento aumentaban su nú- mero cuanto les era posible , por apartar mas y masá su enemigo, y obligarlo á llevar sus asaltos mucho mas lejos, con menos venta- jas para sí, y menos riesgo para ellos. Se han visto Santos, que satisfacian públicamente á ciertos ejercicios austéros que se habian pres- erito, áun cuando el pueblo que los rodeaba los privaba de la solo d y del recogimiento, 1 Via. P. P. eS per d ba tom.3, pág. 30. 2 Tom. 2. P. pág. en otras partes de la Vida de san Na e b. ibid. pág. 224.

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