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90 Paz interior. + grande rio, que sin cesar se renuevan y ja más se agotan 1: y puede ser, que no bus- cáseis otras veces en la piedad , sinó las sua vidades que la acompañan; y esto es lo que la hace tan desigual , porque aquellas no son de todos tiempos. Érais devotos por intérva- los, porque lo érais por sensualidad. Queriais, como dice agradablemente san Francisco de Sales 2, hacer oracion en agua de. azahar, y ser virtuosos comiendo azúcar : y desde que vuestros ejercicios espirituales no están sazo- nados de estas dulzuras , y no estais interna- dos en la oracion, estais tristes y desalenta- dos, y vuestro amor propio sensual os ha he- cho ir á buscar en las criaturas, aquel placer, que no hallábais en el comercio con Dios. Por eso habeis perdido la puz interior, y el recogi- miento espiritual, para rendiros á lo uno y á lo otro. Era necesario, por decirlo asi, que Dios, usase de alhagos y caricias con vosotros. Puede ser tambien , que siendo tan delicados, la menor ocasion de sufrir os hiciera pérder la paz, y áun el combate interior que 0s cau- saban las penas ya con la infidelidad de vues- tros ejercicios que abandonábais ó los cum- plíais con negligencia, dejandolos un dia, como dice santa Teresa, porque os dolia la cabeza, el dia siguiente porque os dolió, y el tercer dia por miedo de que os vuelva á doler. To- das estas flaquezas eran tolerables en vuestra 4 Sicut flumen pax tua, et justitia tua, sicut gurgites maris. Isai. 48, Y.8. — 2 Epist. 48, lib. 8,
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