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yee } é Sse sg oe ha i. cho 4 la nifia, sintiendo ésta una fuerte inspiraci6n que la llamaba hacia la Gruta en la manana del veintitrés de Febrero, se dirigié 4 ella. Arrodillada, con un cirio en: una mano y el rosario en la otra, empezo 4 rezarlo, cuando al poco: tiempo la multitud advierte la sti-, bita transformacion de su rostro. La augusta Soberana del Paraiso detuvo sobre la pobre nifia una mirada llena de inexplicable ter- nura, pareciendo amarla mas des- de que habia sufrido. Luego la llam6 amorosamente por su pro- pio nombre:—jBernardita! — Aqui estoy, respondio la nina. Y la Vir- gen Santisima entabl6 con ella una conversaci6n intima, y aun