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Porque no puede medirse La gratitud de un mortal Que estaba para morirse Y el cielo le quitó el mal. Era tanta la belleza De que vino rodeada Que en seguida hubo certeza De que era «La Inmaculada». ¡Qué bella serás, oh Madre, Si en la Gruta eres así, En tu trono, junto al Padre Que tanto mira por tí! A Lourdes vino María Con el rosario en la mano Para advertir al cristiano Que Jo rece cada día. Que es el medio más seguro Para obtener protección De la que en su Concepción No tuvo entrada lo impuro. A. WILLKER
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