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PARTE HISTORICA El agua, que al principio tan ténuemente brotaba de las entra- ñas de la tierra, iba paulatina- menté aumentándose hasta llegar a ser una fuente caudalosa. Las gentes, impulsadas por una se- creta inspiración, acudían a beber de aquella agua, y hasta los en- fermos, reputados por la ciencia muchos de ellos incurables, al ser bañados en ella, sanaban de sus dolencias. Con estos prodigios, el entusiasmo religioso y la devo- ción se acrecentaban por momen- tos; y el pueblo, a pesar de que la Aparición no había dicho quién era, creía que no podía ser otra que la Madre de Dios. Bernardita
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