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porque no se piden con constan- cia, pues por razones misteriosas no se conceden de ordinario sino después de instar y de perseverar en la oración. Las gracias que uno recibe, a la manera de la fuente milagrosa, generalmente no producen cambios repentinos, por cuya razón se ha dicho que nadie de repente se hace santo, así como ninguno llega de un solo golpe a ser sumamente malo. Puede Dios Nuestro Señor en un solo momento concedernos gra- cias eficacísimas, que produzcan en nosotros una transformación súbita; pero de ordinario nos las concede según es nuestra coope- 'ación y correspondencia a ellas.

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