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a - ] una región superior, expresaban sentimientos que no son de este! mundo. La boca entreabierta, estaba como petrificada de admi* ración, sus ojos fijos y biena- venturados contemplaban una hermosura divina, que ningún otro veía, pero que todos presen- tían, viéndola, por decirlo así, en la reverberación de la cara de la: niña. 7 A su lado se hallaba el Doctol Dozous, y al verla en esta situa: ción, la observa detenidamente, la toma el pulso, y después de un rato exclama: “No, esta no es la rigidez de la catalepsia; aquí. no hay excitación febril, ni el éxtasis inconsciente de los aluci-" EZ EOS

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