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tial, de-una belleza sin igual. Sus pies descansaban en la roca den- tro del nicho. “Mirad, exclama Bernardita, ahí está“, Pero ¡ay! a sus amigas no les era dado contemplar tanta hermosura, y no pudieron ver lo que extasiaba a Bernardita. Reci- ¡biendo ésta de una de sus amigas ¿el agua bendita, roció a la Apari ¿¡ción, diciendo: “Si venís de parte de Dios, acercaos“, A estas pala- bras la Virgen, graciosamente, se inclina varias veces y se adelanta “casi hasta el borde de la roca, pareciendo que se sonreía. “Si venís de parte de Dios, ¡acercaos*, repetía Bernardita y lue- go, prosternándose, como subyu-

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