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LA SANTA MISIÓN Has oído hablar de la Misión ; lo estás oyendo por todas partes. Si sabes lo que significa, verás que es un llamamiento especial para ti; da gracias a Dios, corres– ponde a ella, aprovéchate y obtendrás la vida eterna,. Si no conoces el designio providencial de Dios con la M 1 isión, y por lo mismo no la estimas, y aun lai miras con indiferencia, y quizás con prevención, no te des– alientes, pero asiste a ella. El misionero te invita, quiere hablarte, desea conocerte; se te ofrece como un herma– no, como un amigo, como un compañero. Ven a la Misión, oye a los misioneros; habla también tú de la Misión, ocúpate de ella ; piensa, reflexiona, no te contentes con que otros te informen, ven sin ningún compromiso, presénciala tú mismo, vívela, mira que si ahora no acudes te pesará después. Sólo así podrás juzgar bien y por ti mismo, y aun espero, hermano mío muy querido, que al final de esta semana comprenderás el beneficio tan grande que es para .un pueblo la visita de Jesucristo, Salvador de los hom– bres, por medio de la Santai Misión. Deja, a un lado viejos prejuicios y prevenciones; prescinde de todo humano respeto y del cobarde qué dirán; únete a nosotros y después hablaremos. Se anuncian las Indulgencias concedidas por el Prelado, si las hay, y luego las concedidas por la Santa Sede a nuestras Misiones Capuchinas, que son las siguientes : Indulgencia plenaria asistiendo a más de la mitad de los actos de la Misión, confesando, comulgando y orando por el Pap·a.

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