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sa ee —5i- to qué es? Ni fu, ni fa, ni chicha, ni limond. Nada entre dos platos>. En fin, que nunca llueve a gusto de todos, y aunque en este escrito he procurado mezclar una _ de cal y otra de arena, y poner, como suele de- cirse, entre col y col lechuga, no estoy seguro de no haber salido de mi compromiso como perro con maza. Me paro, pues, en seco, para que otro talle, si quiere tallar. Verdad es que me quedan todavia in pectore buen numero de frases hechas, y que, gracias a las riquezas inagotables de la lengua es- pafiola, me van llegando otras al magin, como Ilo- vidas del cielo o caidas por la chimenea; pero lo dejo, porque lo poco agrada y lo mucho enfada, y _ ademas que para muestra, basta un botén. Termino, pues, este trabajillo diciendo a mis — lectores lo que decia cierto Parroco de aldea a su sacristan, mostrandole las dos velas que ardian en el altar mayor, y que, ademas de ser las iltimas, iban ya por la posta y como quien quema rastro- jo: «No hay mas cera que la arde, amigo. Con que, si el ahorro es una virtud jApaga y vamonos!