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ciencias naturales; y en cuanto a la fisica y quimi- ca dquién es el guapo que le echa la pata encima? | Amenazarle con secretos cientificos, como dudan- — do que los pueda descubrir, es echarle un gato a las barbas, porque enseguida contesta muy altiva y como picada en su amor propio: ¢Secretitos a mi?¢A mi secretitos a tales horas? SepaVd., se- flor mio, que la naturaleza me teme como a un — nublado, cuando me vé armada del compas, la pluma o el bisturi. Ella se defiende ufias arriba cuando intento robarle sus misterios; pero a-pesar de eso, esta ya con el agua al cuello, y a punto de rendirse a discrecién con armas y bagajes, y entregarse a mi talento, atada de pies y manos. éQuiere Vd. ver mi galeria de hombres ilus- — tres? Helos aqui. : Este primero que se le ofrece a Vd. a la vista, le parecera a Vd. un sabio de poco mas 0 menos. No es extrafio, porque tiene apariencias de mos- quita muerta. Pero fiate y no corras. Precisamen- te en eso que se llama Economia politica es un pajaro de cuenta que las vé venir. La ciencia del sabio que le sigue ya es més problematica, pero tratandose de resolver proble- mas, tampoco se mama el dedo. Fijese Vd. ahora en las dos figuras que Ilenan el fondo de este cuadro. El sabio de la derecha es un astrénomo sublime. Estar con él es vivir en la antesala del cielo. Es carifioso, pero muy bruto, y cuando le toma a uno de la mano, y lo lleva a su telescopio, le digo a Vd. que hace ver las estre-

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