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oS A rio, y viene ahi como de molde, de perlas, en fin © como anillo al dedo. Pero aunque trae muchos hu- — mos y parece que nos encierra en callej6n sin sa- — lida, es mas el ruido que las nueces, porque el caballo de batalla, el busillis, el quid, el intringu- lis, como si dijéramos, el nudo gordiano de ese argumento esta en la Menor. éCon que en la Menor, eh? Pues sepa el lec- tor que no habla un servidor al buen tun tun, y a humo de pajas. Probo Minorem. ee & Asémese conmigo, el lector, si le place, a los balcones de la historia que miran ala gran plaza del mundo moderno. (Perd6n por la pedante meta- fora! Rerum vices suele darme el naipe por ahi, pero ahora me venia de perillas para entrar en materia y salir a flote). No se me escuse diciendo que, lejos de ser un lince, es de los que no ven tres en un burro. Mire, vuelvo a suplicarle, al tea- tro de la vida, aunque sea asi por encima y a vista de pajaro. éQué ve en él, por mds que se empefie ' en hacer la vista gorda? Basta tener ojos en la cara para comprender a tiro de ballesta que anda el diablo en escena, y que es él quien trae al mundo de cabeza, metién- dolo todo a barato, y armando camorra. Y los ministros de su milicia son precisamente esas libertades de perdicién que, en vez de estar

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