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INTRODUCCIÓN Cuando á principios de abril del año 1919 lei en los periódicos las maravillas que obraba el Santo Cristo de la Agonía que se venera en la iglesia de Limpias, caí de hinojos en tierra exclamando: “Gra- cias, Señor, gracias; Tú mismo quieres disponer los ánimos para que reciban bien el “Mensaje celestial á los católicos españoles” que te has dignado revelar á una humilde sierva tuya, y cuya publicación me has confiado á mí, el más indigno y miserable de tus ministros. ¡Bendita sea tu Divina Providencia que suaye, pero eficazmente, dispone todas las cosas!” Fuí después á Limpias en julio con el fin de pre- sentar al Santo Cristo de la Agonía el “Mensaje ce- lestial á los católicos españoles”, del cual El mismo es el autor, y suplicarle su gracia y su bendición pa- ra emprender animoso el camino del Calvario que la publicación de este Mensaje me había de obligar u recorrer, Y allí observé que de los labios de aquellas muchedumbres conmovidas, que de toda Es- paña acudían á ver y contemplar al Santo Cristo de la Agonía, salía espontáneamente una sola y única pregunta, un mismo grito, expresión fiel de los sen- limientos y afectos que sentían todos aquellos cora- zones: ¿qué es lo que desea y pide el Santo Cristo de la Agonía con estos fenómenos tan admirables y ex- « traordinarios? De muy buena gana y con grandísi- mo placer hubiera yo entonces contestado á esta pregunta que hacían tantos corazones conmovidos y entusiasmados, entregándoles el “Mensaje celestial á los católicos españoles” que llevaba sobre mi cora- zón como una carga muy dulce y querida, pero tam- bién muy pesada é insoportable, y diciéndoles ane-