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31 mildels y no eodicieis la tierra. Elevad contínuas ple- garias á lo alto en demanda de perdón y socorro, que, todavía no se ha llenado la copa de la iniquidad, aunque á esia le falta bien poco para desbordarse., Haced en compania de las ovejas que os eslán encu-, mendadas frecuentes actos de desagravios al Padre Eterno, y vayan estas plegarias acompañadas de los méritos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, Atienda el que tenga ¿sentido y meditelo bien, Dios cansado de buscar al hombre en el exceso de su amor, oblígalo ahora en € exceso de su dolor. Tened cuidado no se levante la espada... Dios es recto y justo en sus juicios y su palabra jamás será revocada. ¡Ay de nosotros en el momen- to que la espada se alce! He visto á Cristo ofrecerse como víctima en el Monte Calvario y en Roma, isegún queda dicho más arriba. (En el Mensaje entregado á los Excmos, Srs. Obispos, no en este compendio). Tiembla mi alma si le dais lugar de hacerlo otra vez sin que hagan fruto en todo el linaje humano suis amonestaciones. Ácor- daos, amadísimos hermanos míos en el Señor, de la burla que hacían los impíos de Noé, cuando estaba fabricando el arca, que después la contemplaban de lejota, y no se les permitió entrar en ella por ¡justo castigo de Dios. Si no nos damos prisa en buscar á Dios, el mundo perece. El que tenga oídos que en- tienda”. Estas cosas me ha dicho repetidas veces Herma- na Cruz por escrito que las ha entendido en sus reve- laciones y locuciones interiores. Pongamos ya fin á este Mensaje con lo siguiente que le aconteció el 26 de junio, fiesta del Corazón de Jesús. Por la noche en la oración fué transportada en espiritu á una iglesia real y verdardera, no imagina- ria: y vió á un sacerdote auténtico y real que estaba diciendo Misa; al tiempo de alzar la Hostia conisagra- da, esta se elevó muy alta con un vuelo graciosísimo ¿que la produjo una gran alegría; de en medio de la
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