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13 que no había sabido explicarse bien. Acercándose un día á comulgar muy turbada con esta congoja y 1u- cha interior, en el instante mismo de comulgar oyó una voz interior que le dijo: “Tranquilizate, no has dicho ni más ni menos de lo que yo quise que dije- ras; y en prueba de que esto es así recibirás hoy dos consuelos uno natural y otro sobrenatural. Al salir de la iglesia para volver á su casa, le entregó el 00” rreo una carta, la cual era de una persona muy ami- ga suya cuyo paradero ignoraba hacía ya algunos años y estaba deseando muchisimo tener noticias de élla. El consuelo espiritual le tuvo en su acostumbra- da oración de la noche. Vió delante de sí + un Jibro hermosísimo cuyos caracteres eran tan perfectos y artísticos y estaban lan iluminados y resplande- cientes que no hay en la tierra cosa alguna con que poder compararlos. Aunque vió cla 'amente Jas le- tras, no pudo leer ni entender nada, pues le pareció que estaba escrito en latin; sólo pudo leer y entender esta palabra: “Jesús”; me la pronunció en latín. La peregrina hermosura del libro le causó un gozo tan inefable que sólo por sentir este gozo hubiera dado gustosa todo el mundo, creyendo no necesitaba ya más para ser feliz eternamente. Al desaparecer el li- bro, oyó una voz que deía: “Ahora no entiendes es- to: lo entenderás más adelante, pues se te irá expli- cando poco á poco. Uno de los últimos viernes del año pasado,— ereo que fué el último viernes de noviembre,—des- pués de la comunión le dijo el Señor: “Por medio de mi sierva Margarita de Alacoque busqué á las almas ert el exceso de mi amor; muchas escucharon mi voz y correspondieron á mi amor; algunas lo hicieron con grandísima tibieza que es lo que más atormenta y aflige á mi Corazón. Abora por medio de tí quiero buscar las almas en el exceso de mis dolores”.-—Se- ñor, respondió ella, toda turbada y llena dé espanto : yo soy la más ruin de las criaturas: nadá valeó ni sov capaz de hacer cosa alguna; ¿cómo es pósible se haga eso que decís?—Se hace y se hará, porque Yo