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Y Aquí tienes, amable y prudente lector, lo que.me ha parecido oportuno y conveniente decir á fin de darle á conocer y presentarte la persona escogida por el Corazón de Jesús para comunicarte este Men- saje celestial; esta persona no pertenece al estado clerical ni al religioso, sino que vive en medio del mundo ocupada en los mismos qu >haceres, afanes y luchas que las demás personas seglares, quehaceres, afanes y luchas á las que ella también se consagra cop todas sus fuerzas porque así lo exigen las graví- simas obligaciones de familia que sobre ella pesan, pero que no la impiden andar siempre en la presen- cia de Dios, y meditar y sentir constantemente en su corazón la Pasión de Jesús y los, Dolores de la Virgen, porque juzga á estas cosas tales como realmente son. puramente secundarias, y para ella no hay más que un ñegocio primario y esencial, amar á Jesús, y una sola lucha digna del cristiano en la tierra, la lucha por conseguir el verdadero amor da Jesús. Puesto que en este “Mensaje celestial” hemos de hablar siempre de esta persona, .cuyo nombre no puedo ni debo manifestar en conciencia, es necesa- rio ponerle algún nombre con que todos la conozcan y, por consiguiente la llamaremos la pecadora arre- pentida, la víctima penitente de Cristo, y ya que per- lenece á la V. 0. T. de San Francisco de Asís, la lla- maremos también Hermana Cruz la pecadora. Hermana Cruz la pecadora recibe las pri- meras marifestaciones sobre este Mensaje Celestial. Estirwo algún tiempo muy inquieta y turbada Hermana Cruz por las cosas que le pasaban. Tan pronto le parecía haberme dicho más de lo que conve- nía, como haber gido poeo explícita y callar algo de lo que se de había manifestado; ya juzgaba que era todo una ilusión suya; ya que me había engañado y
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