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9 mucho gusto al cielo y escojo llena de alegría sufrir por tí eternamente todos los tormentos del infierno, ¡Oh Jesús mío!, aunque no fueras Dios, sólo por lo mucho que sufriste clavado en la Gruz para salvar á la humanidad, mereces que todos los hombres te amien con verdadero delirio; y ya que ellos no te aman ni te agradecen lo mucho que por ellos su friste, quiero yo pagarte amor con amor, y amarte por todos hasta volverme loca de amor; quiero agra- decerte con toda mi alma lo mucho que sufriste cla- vado en la Cruz para salvar á los hombres; y pues Tú te ofreciste como víctima por todos ellos, tam- bién yo quiero ofrecerme como víctima por tí, y por tu mayor gloria y felicidad; renuncio para siempre á todo gusto y consuelo corporal y espiritual, y mi único gusto, mi único consuelo, ahora y durante to- da la eternidad, será cumplir fielmente tu santísima voluntad, abrasarme en las llamas de tu purísimo amor, y sufrir siempre, sufrir infinitamente por tu mayor gloria. Quiero, Señor, amarte de modo que mi amor se desborde por toda la creación y se haga vi- sible en el cielo, en el purgatorio, en la tierra y en el mismo infierno; deseo que mi corazón dé un estalli- do tan grande y estrepitoso de amor á tí, que este grito de mi amor se oiga en todo el universo, y espe- cialmente en medio de tus mayores enemigos, allí donde eres más desconocido, más ultrajado y más odiado, para que todos vean claramente que tienes quien te ame de veras, únicamente por lo que Tú eres y mereces ser amado, y sin esperar recompensa ni premio alguno en la tierra ni en el cielo por este ” amor, Esta oración que entonces hizo anegada en llan- to por sus ingralitudes y pecados esta alma contrita y arrepentida de veras, la repite todos los días; ¿qué digo la repite todos los días?, la siente y vive todos los instantes de su vida; los generosos y delicados sentimientos y afectos expresados en esta oración forman como una atmósfera divina en la que mora constantemente y vive siempre anegada esta alma