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84 PACIENCIA tes de las aguas, como él derramar su sangre por Dios entre los tormentos del martirio. En esto pen. saba siempre y de esto eran todas sus pláticas, y no fueron sólo deseos sino que á veces llegaron ocasiones en que se ofreció y le fué á buscar, como ya hemos dicho hablando de esta materia; y si no le padeció, no le faltó la voluntad de pa- decerle. De este deseo nacían los modos que in- ventaba de padecer, hambriento siempre de extraor- dinarias penitencias, de más ayunos, vigilias, dis- ciplinas, descalcez, aspereza, desnudez y pobreza, siempre con hambre de padecer más. 85. El cuarto grado de esta virtud es padecer injurias de los hombres y alegrarse con ellas, como lo hicieron los Apóstoles, que iban gozosos porque merecían padecer afrentas por Cristo. No le faltó este grado de paciencia al P. Ignacio, porque en ocasiones se vió (permitiéndolo el Señor para ma- yor mérito) en que otra menor se viera apurada: viéndose posponer en materias de honra á otros de méritos inferiores, y llevarlo alegremente. En otras se le vió padecer con la misma alegría, afrentas y desprecios hechos á su persona y en su misma cara, sin desplegar sus labios: lo cual admiraban y aun sentían los que lo presenciaban, quedando edi- ficados de su admirable paciencia al verle tratar des- pues á los que le habian despreciado con más amor y cortesía que si le hubieran colmado de honores.

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