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CAPÍTULO XVI. 33 _IAqAAS y la hierba zapina (llamaba así al cavar en la huerta con la azada llamada en italiano zappa); y era extraña la invencion para padecer más y en- cubrir con título de remedio su virtud, añadir mayor trabajo sobre el que padecía, porque la abs- tinencia que en estas ocasiones hacía era grande: pues ayunaba dos y tres dias sin comer nada en todo este tiempo, y sobre esto se iba al huerto y con una azada cavaba hasta caer de rodillas, y de esta suerte proseguía su fatiga, dando á entender que lo hacía por la salud del cuerpo y era por padecer más por Dios. Ni en estas ocasiones per- mitió se le pusiera un jergon de paja en la cama, ni en los pies se ponía sandalias. Cuando estuvo tres veces herido de la peste en Valls, tampoco quiso que ni médico ni cirujano le aplicasen re- medio alguno, él mismo se curó abrasándose las landres con una vela encendida. Estas eran las medicinas con que remediaba sus males y el alivio que procuraba á los suyos, esto es añadir otros para padecer doblado por Dios. 84. El tercer y más perfecto grado de la pacien- cia, es no sólo padecer trabajos por Dios sino de- sear eficazmente padecerlos por su amor: y buscar- los y desearlos por los modos más lícitos para imitar en ellos á Jesucristo y ejercitar en ellos su amor. En este grado fué heróica la del P. Ignacio, pues no hubo ciervo sediento que desease tanto las fuen-

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