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Land CAPÍTULO XIV. i >” E A RR 75. Este mismo celo mostró en los mayores au- mentos de nuestra Religion. Considerando el espí- ritu de perfeccion con que se había fundado tan en gloria de este Señor, quien había dado tantos tes- timonios de cuan de su gusto y servicio era este instituto, sumamente deseaba y procuraba de to- das veras que no cayese de su primitivo sublime estado, que su perfeccion evangélica y rigor se- ráfico no se disminuyesen un punto. « Dejemos (solía decir) la Religion en el mismo estado en que la hemos hallado; nadie abra el portillo á la menor relajacion, ni dé ocasion para que se desluzca su glorioso nombre. » Como fué fiel obser- vador de su Seráfica Regla, lo fué tambien de los estatutos generales de la Orden, que aunque no obligan á culpa alguna, sabía eran muro y defensa de esa Regla; procuraba por eso con un celo santo y prudente que se les tuviese el mismo respeto. Esta fué la causa por que en tantos años de Reli- gion, dispensado por los Superiores en muchas cosas jamas quiso usar de privilegio alguno, siguiendo en todo la vida comun hasta que murió, como si fuera el más nuevo en ella. Decía que ninguna cosa man- tiene más el sublime estado de la Religion, que el buen ejemplo de los que son más antiguos en ella: por esto jamas faltaba á ningun acto de Comunidad. 76. Siendo Prelado (que lo fué en la provincia de Cataluña y en la de Valencia), mostró cuan NN

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