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CAPITULO XILI. 13 Pu en su boca la menor mentira ni aun una palabra ociosa; se le oyó siempre entero é igual. Los que conocían su grande capacidad admiraban su mucha . sencillez; era de ingenio muy lindo, de buen dis- curso y de muy buena razon, prudente ademas en materia de negocios; sabía dar muy buenos consejos propios de la necesidad y calidad de las personas que se los pedian: y con todas estas pren- das naturales fué de ánimo tan sencillo, que daba crédito á cuanto se le decía, juzgando que todos decían verdad. Juntando en su ánimo la sencillez de paloma con la prudencia de serpiente, no fué de carne ni del mundo su prudencia; celestial fué y divina; huía de todo lo que era malo y se iba tras de lo que era bueno: con una sinceridad de ánimo que manifestaba en sus obras y palabras su candidez de paloma. 712. Era de vida irreprensible que manifestaba en la suya la estola de la primera inocencia, pues como ya dejamos dicho, la pureza de su conciencia era como de ángel, jamas manchada con culpa grave: y conservó toda la vida su inocencia bau- tismal. Retrato muy parecido en todo al santo Job; podemos decir de nuestro P. Ignacio que fué como él « magnus inter orientales »: grande entre los varones del Oriente del nacimiento de la Orden Capuchina, que alcanzando á muchos de los pri- meros Padres de la reforma que la fundaron con e Ba

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