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CAPÍTULO 1X. si veía que sin razonable causa se faltaba á ella, con un celo santo lo sentía y reprendia, y siendo Prelado lo castigaba con rigor, y aun siendo súb- dito si veía que el Superior era defectuoso en ello con mucha gracia y humildad se lo advertía di- ciendo: « Es que conviene que nosotros con nuestro ejemplo mantengamos la Religion, para que los nuevos á su tiempo hagan otro tanto.» 50. Aborrecia sobre manera la singularidad, di- ciendo que era la peste de la Religion; ni en la cosa más mínima la quiso jamas admitir en órden á su persona, mi en la comida, ni en el hábito, ni en la celda fuera de lo que la Religion usa; era tan aprestado á sus leyes comunes que la guarda de ellas con su largo uso y santa costumbre se le había hecho como natural, y en lo penoso de ellas hallaba facilidad y gusto. En la comida jamas por más viejo que fuese, quisó tomar más de lo que se daba á los otros religiosos: y si alguna vez le mandó el Prelado por sus muchos años se le diese algun manjar especial, lo tomaba por hacer la obediencia, y entónces, no siéndole prohibido, dejaba de comer la mitad de lo que habían dado á los demas. En los ayunos de la Iglesia y de la Regla guardaba mucho rigor, comiendo muy poco á mediodía. Fué tambien tan puntual en observar la disciplina regular de la Comunidad, que obser- vaba hasta las menores ceremonias que sus actos

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