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CAPÍTULO VI. 39 ches no se levantase 4 Maitines á media noche ni se levantase de la cama hasta que él fuese á su celda, que era lo que él más podía repugnar, porque jamas faltó á ellos por más viejo y cansado que se ha- llase : y lo cumplió con tanta puntualidad que yendo el Prelado al otro dia bien tarde á su celda le halló echado en la cama, y le dijo muy alegre: « Estoy con- . tento, P. Guardian, porque he hecho la obediencia. » 34. En las cosas que le mandaban de trabajo, era tanta su prontitud y obediencia que no se mostraba viejo en la ejecucion; en oyendo la voz del Prelado, sonaba en sus oidos y en su alma la de Dios; no mostró jamas pereza, aunque hubiese de ir muy léjos por la limosna. El solicitaba á los compañeros (no sólo cuando tenía ménos años sino siendo ya muy viejo, estando en nuestro convento de la Magdalena) el ir á hacer la limosna de los huevos para los enfermos; todas las semanas á su tiempo hacía la de las frutas para la colacion en las cuaresmas, y á la del pan iba no una sino dos leguas, siempre los pies descalzos en los frios y lodos del invierno y en los calores del verano, y jamas se le oyó desplegar los labios á la menor queja, ántes bien solía decir: « Es que la obediencia así lo manda. » 30. Si le mandaban ir á visitar 4 los devotos enfermos ó ayudar á bien morir ó á otro negocio, á todo iba alegre y contento, y á la vuelta daba cuenta de todo al Prelado y aun de si había estado E RR * ¿E A

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