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fitolero que era PF r. Martin de San Mateo: « P. Pre- sidente,*no hay hoy uvas para comer, envie por ellas »; él le respondió: « Déjelo estar: confiemos en Dios, que El nos proveerá. » De alli 4 un rato vió el mismo refitolero sobre las aguas de la ace- quia de Moncada (que pasa por dentro del huerto del convento, arrimada á sus paredes y trae mucha agua que tiene un estado de hondo y diez palmos de ancho) una cesta llena de uvas muy regaladas, sin que su mismo peso la hundiese y la corriente del agua no la ladease ni á una ni á otra parte, y llegó á tiempo que la vió el refitolero para po- derla sacar; llevósela al P. Ignacio, contándole las circunstancias del suceso, y él dijo: « Ahora verá como provee Dios á4 los que confian en El. » 29. Que fuese cuidado de Dios se da á entender porque á cualquiera que le hubiera caido la cesta siendo tejida de cañas, su peso la había de hundir en el agua y las uvas se habían de derramar; y no haber sucedido ni uno ni otro, sino haber llegado llena y derecha sobre las aguasá tiempo que fué vista por el refitolero, cuidado fué-de Dios que aun en cosa tan menuda como esta quiso significar lo mucho que se pagaba de la confianza que en El tenía el P. Ignacio. 30. Más admirable se mostró la Divina Pro- videncia con el caso siguiente. Siendo presidente el mismo P. Ignacio del mismo convento de Sta. Mag- 3 CAPÍTULO V. o :

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