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, + y CAPÍTULO Y. 31 razon, y lleno de Dios viviendo pendiente de su cuidado. « No hay mayores riquezas; el cielo se goza ya en la tierra, no hay otro bien mayor en ella », solía decir muy alegre. Procuró ser tan pobre que no tenía para su uso sino lo preciso para el sustento de la vida humana, y ese lo más vil y más pobre. Un solo hábito sin otra túnica, jamas se lo vieron nuevo sino tan viejo y remendado de pedazos viejos que con el reparo de ellos le sustentaba, estrecho y corto, de sayal vil y austero. En los 64 años que fué religioso, por intensos que fuesen los frios y su flaqueza mucha y más de 84 sus años, no quiso usar más de un solo hábito, sin la túnica interior; su cuerda y paños menores se parecían á su hábito; sus pies siempre descalzos hasta que murió; en su celda no se vió jamas sino la cama de desnudas tablas, una devota y pobre imágen, y un libro de ejercicios espirituales escrito de su misma mano. El manto en verano lo llevaba á la ropería como prestado, y verle era ver en pie á la santa pobreza y que toda se había recogido á él, para que de él pudiesen otros aprender á ser pobres por Cristo. 21. Y si fué pobre de cosas temporales, mucho más lo fué de sus afectos. Pobre verdaderamente de espíritu, tan sin afecto á las cosas de esta vida que no parecía tener corazon para ellas, y era así que no le tuvo sino para Dios; tan desnudo tuyo
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