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HOMITDAD pedían á nuestros religiosos los cabellos que le | cortaban de la cabeza cuando le hacian la corona; 2 otros le cortaban pedazos del hábito y del manto; E los Virreyes y nobleza de Valencia le estimaron E tanto, que suplicaban á nuestros Prelados que le > dejasen siempre en nuestro convento de Valencia E y no le llevasen á otro. Cuando salía por las calles o. de Valencia, salía la gente á sus puertas y ven- -——tamas por verle pasar; cuando iba á las proce- E siones, se convidaban unos á otros, diciendo: « Va- 0 mos á ver al santo viejo »: este era el nombre que de ordinario le daban; y toda esta honra no hacía más mella en su corazon, ántes bien se lo dejaba afligido. . 22. Era Presidente del nuevo convento que se abía fundado en la ciudad de Orihuela, y fué á la de Murcia para hacer traer un poco de madera para a fábrica del nuevo convento: y fué cosa notable : que con no haber estado otra vez en aquella ciu- hr dad, ni ser conocido de nadie, sólo de ver su vene- 2 rable aspecto y su religiosa modestia en que se Res traslucía lo mucho que de Dios tenía en su alma 38 el pueblo todo movido de divino impulso le veneró: e como santo, y con tanta porfía que se atropellaban y unos á otros por besarle la mano y recibir su ben- dicion; y fué tanta la gente que cargó sobre él en pe una calle, que no le dejaban dar paso, y temiendo + no le ahogaran le metieron en una casa y cerraron lat he

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