BCCPAM000543-2-06000000000000

HUMILDAD me se fué para él con los brazos abiertos y le dió un muy apretado abrazo, y muy alegre le dijo: « ¡Oh, si en este Reino hubiesen diez como este! »; y el P. Ignacio todo turbado le dijo: « ¿Es posible que me salve? ¿Es que le parece que me salvaré? » Y el padre Anedon le respondió: « ¿Qué quiere decir con eso? Es muy gran santazo, y Dios le tiene grandísima gloria guardada en el cielo, oh viejo santo ¿eso duda? ». Tan humildemente sentía de sí. Fué esta visita de grande consuelo espiri- tual para estos siervos de Dios. Despues de ella algunos de nuestros Religiosos que sabían lo que había pasado entre los dos, le daban al P. Ignacio el parabien por la buena nueva que el P. Anedon le había dado de su salvacion, y él respondía: « Ys que no lo habrá dicho con espiritu profético, porque si yo me he de salvar ha de ser por medio del martirio, y este nunca llega. » Este era el con- cepto humilde que tenía de sí. 20. Había un dia acabado de decir Misa en nuestro convento de Játiva; retirose al coro á dar gracias, y apareciósele Cristo con la cruz sobre sus hombros, de la manera con que la llevó al Cal- vario. En viéndole el P. Ignacio cerró: los ojos, y poniendo sobre ellos una mano haciendo ademan con la otra, teniéndose por indigno de aquel favor le dijo: « No, Señor, no en esta vida, en la otra: aquí bástame vuestra fé »; y desapareció la vision. .S

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz