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E 3 A rm. e 7 E 286 NOTAS fundacion, tomase mayores aumentos. Entre las muchas gra. cias que este: varon tuvo, una de ellas fué el don de pro- fecía muchas veces comunicada. Supo cierto ciudadano de esta orcelitana ciudad, que un rebaño de cabras SUYO se había inquietado y dividido de tal suerte que toda la soli. citud del pastor no habia podido conseguir la noticia de donde se hallaban las resés. Vino el dueño con esta desazon al P. Fr. Ignacio para consolarse con él; viniendo á buscar sólo el. consuelo, halló tambien todo el remedio en que se reparaba la pérdida; porque instruido del sitio donde pa- raba el ganado, le halló entero y guardado en la vigilancia de un muchacho, vestido de un hábito como de Capuchino, Vino el ciudadano á dar las gracias al P. Fr. Ignacio, di- ciendo que había encontrado las reses y que habiéndolas contado no faltaba ni una sola. « Te has engañado, le replicó el P. Fr. Ignacio, porque una de ellas se ha embarazado entre los zarzales, ve á tal parte y sácala del peligro. » Obg- deció el ciudadano, halló la res; y quedó en uno y otro lance acreditado el espíritu de profecía que tanto ilustraba al varon santo de Dios. En los éxtasis fué muy frecuente; tanto que un dia al salir la solemnísima procesion del Corpus Christi de nuestra Santa Iglesia Catedral orcelitana, iba el P. Fr. Ignacio tan dulcemente empleado en las contempla- ciones de Jesus Sacramentado, que á vista de todos se elevó arrodillado, fijos los ojos en el cielo, y cruzadas la manos, hasta los más altos terrados de la ciudad, sin perder su puesto, y de esta suerte fué miéntras duró la procesion, con especial admiracion de todos. En este su Convento fué mu- chos años Presidente, y finalmente murió en esta ciudad dia 15 de diciembre año de 1602. No se contentó el clero, ni se satisfacieron los Magistrados con venerar el santo cuerpo difunto en la entónces pequeña Iglesia del Convento; sino - ántes bien temiendo que el Capitan General y Virrey de

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