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MILAGROS 277 — IA A AAA A o a 98. En mil seiscientos ochenta y cinco llegó un limosnero nuestro á la puerta de una casa y pidió limosna: y oyendo al mismo tiempo dentro de ella ndes lamentos y lloros de dos hermanas don- cellas que allí vivían, llamadas Juana é Isabel Ji menez, entró el Religioso, y las preguntó la causa de su afliccion. Ellas lo dijeron, que era por tener Juan Jimenez, hermano de las dos, un caballo tan enfermo, que ya se trataba de arrojarle al muladar; y que su mayor desconsuelo era el hallarse sin posibilidad de comprar otro, para que trabajando pudieran así tener con que -alimentarse y pasar su vida. El Immosnero las alentó y exhortó á que pusieran su confianza en el Patrocinio de Nuestra Señora de la Fe, y que esperasen que por la me- diacion de tan benigna Madre tendrían fin sus lágrimas y desconsuelo. Hiciéronlo así las dos her- manas, invocando á la Santisima Virgen de la Fe, y prometiendo hacer celebrar una Misa en su honor si curaba al caballo. Inmediatamente * que hicieron la súplica y promesa, se levantó la bestia, que estaba echada en el suelo, empezó á comer, y por instantes cobró entera salud. Con- virtieron las dos hermanas á vista del repentino milagro los lamentos y las lágrimas en expresio- nes de regocijo: fuéronse á nuestro Convento á dar las debidas gracias á su Bienhechora, y le cumplieron la promesa, quedando muy devotas de