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CAPÍTULO XLIH. Monasterio se tiraban olores, en las fiestas solemnes que se hacían en la iglesia, se había de esconder encerrar en su celda, sin dejarla asistir al coro y á los demas actos conventuales estos dias. En- comendose muy de veras al P. Ignacio, y le pidió esta merced que le alcanzase de Dios, le quitase este impedimento y molesto accidente, para acudir á las cosas de su servicioy á las de la religion: y faé cosa notable, que desde entónces experimentó que los olores que ántes le eran de daño á su sa- lud, en adelante le fueron de provecho y de gusto : y siempre atribuyó el verse libre de aquel penoso accidente, á los- méritos del P. Ignacio de Monzon. SS Otros milagros. De los que libró de grandes peligros milagrosamente. CapríruLo XLIV. 292, Francisco Martinez, vecino de Orihuela, había procurado unas reliquias del P. Ignacio de Monzon para una señora de Murcia que se les ha- bia enviado á pedir. Púsolas una noche á la cabe- cera de su cama, y despertándose advirtió que se le caía la casa. Se asieron de dichas reliquias él y su mujer, invocando su favor para que los librasc del peligro que los amenazaba. Oyó el siervo de Dios sus ruegos, y viniendo al suelo por todas las

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