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238 OTROS MILAGROS no hablaba como persona humana, sino daba unos espantosos aullidos como un perro, se mordía la lengua y se la hacía pedazos. Muchos juzgaron estaba endemoniada : y sus padres estaban sobrema- nera afligidos con el trabajo tan extraordinario de su hija. Lleváronla 4 nuestro convento de Jesus, para que nuestros religiosos la encomendasen en sus oraciones al P. Ignacio: oyó Misa, y acabada, - la pusieron nuestros religiosos al cuello unas relj- quias suyas: y fué cosa admirable; al mismo punto paró toda y se deshizó aquella tempestad de tan extravagantes accidentes, y volvió á su casa, dando ella y sus padres á Dios las debidas gracias por tan extraño favor como les había hecho por medio del P. Ignacio. 283. Jerónimo Escuder, vecino de la misma ciu- dad, perdió el juicio, y hacía tales locuras, y daba tales voces que lo hundía todo; no habían fuerzas que bastasen á tenerle, rompía ataduras muy fuer- tes con que le tenían atado, echábase al agua en que se había echado ya tres veces, con otros ade- manes y gestos de loco furioso. Melchora Zamora, su mujer, vivía sin consuelo, viendo á su marido en estado tan desdichado. Recordáronla los muchos milagros que Dios obraba por el P. Ignacio, para que con confianza acudiese á él y le pidiese re- medio para su marido, que tenían por cierto se lo alcanzaría el siervo de Dios. Fué con fe grandeá
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