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CAPÍTULO XLIII. 237 hábito suyo que tenía unos hilos, y puestos en agua los bebió con esta fe; no los había acabado de tomar, sintió tanta abundancia de leche, que erió con ella por mucho tiempo á su hija, y ha- biéndosele muerta, crió otra criatura por mucho tiempo y siempre con mucha abundancia de leche. 281. Ana Masa, hija de Juan Masa de Orihuela, tuvo un pecho muy cancerado y con un tumor muy grande y con peligro de la vida: y como no le ha- bían sido de provecho cuantos remedios se le ha- bían aplicado, resolvieron los cirujanos de abrir- selo. Cobró la enferma horror á tan penoso reme- dio: y Ginesa Assor su madre, lastimada de la pena de su hija, tuvo grandes confianzas de que no se ejecutaría en su hija el doloroso remedio, si la llevaba al sepulcro del P. Ignacio y de veras se en- comendaba á él. Llevola y díjola: « reclinate, hija, y pon sobre ese sepulero tus pechos »: hizolo con mucha fe; estuvo sobre él por espacio de tres Ave Marias, y allí mismo se sintió libre del dolor; y aquella misma noche, se le resolvió todo el tumor del pecho, y se halló por la mañana sin rastro de mal en él, con alegría suya y admiracion de los cirujanos. 282, Antonio Ferrandez, vecino de Orihuela, tuvo una hija enferma de un grandísimo pasmo y un li- naje de rabia que no la permitía parar en parte al- guna. Siempre inquieta y en perpétuo movimiento,

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