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CAPÍTULO XLIT. 235 _padres, recelando no acabase de perder la poca que le quedaba. Tenía su madre una reliquia del P. Ignacio, púsosela á su hija sobre los ojos con mucha fe, y al mismo instante se le quitaron aque- llos dolores y punzadas que tanto la molestaban, dándole lugar para que pudiera dormir, como ántes : y quedó luego con vista muy clara, como si tal achaque no hubiera tenido. 977. Isabel Torres, viuda de Jaime Martinez, de la misma ciudad, tuvo una hija con peligro de per- der la vista, por haberle caido en los ojos mucha tierra, que por ningunos medios se la pudieron sacar. Acudió con fe grande á la intercesion del P. Ignacio, pidiendo su favor para que remediase el mal de los ojos de su hija; púsole sobre ellos unos cabellos de su cabeza, y al mismo punto cayó toda la tierra, con que volvió á cobrar la vista que tenía: perdida. 278. Juana Arolid, viuda de Francisco Sanz, ha- llándose muy enferma de los ojos, con peligro de perder del todo la vista, pues ninguno de los reme- dios que le habian hecho le habian sido de prove- cho; volvivse de todo corazon á pedírselo al P. Igna- cio: fué á su sepulcro y encomendose muy de veras á4 él; puso sobre él sus ojos: y la que había ido casi sin vista á visitarle, volvió despues de ha- berlo visitado con perfecta vista á su casa, ala- bando á Dios en su siervo.

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