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A e áj A E ¿har «s . ID HAT qe > A a a A a A e A, ” pa e hi Po > 5 e AN t rea CAPÍTULO XLI. : 233 ciudad: de repente se cayó en tierra perdido el hablar y todos los demas sentidos, de tal suerte que ni hablándole ni haciéndole señas, daba á en- tender percibiese lo que se le decía. Llamó su ma- + dre con mucha prisa el médico, aplicole este cuantos remedios le administró su facultad, y+todos le sa- lieron inútiles. Estuvo en este estado cuatro dias, sin que se le pudiese hacer tomar sustento alguno, hecho un tronco. Afligiase su madre viendo morir su hijo sin remedio: dijéronle algunas personas, omo enel convento de los Padres Capuchinos había uno que tenía una reliquia del P. Ignacio de Monzon, «con que se han hecho muchos milagros en esta ciudad: id por ella, y confia en Dios y en los mé- ritos de su siervo, que tendrá vuestro hijo salud ». Fué y rogó al religioso que la tenía, significándole el estado en que estaba su hijo, se compadeciese de él y de ella, é hiciese la caridad de llevársela: y el religioso fué y sacó un pequeño pedazo del hábito del P. Ignacio, púsoselo sobre el pecho al enfermo, el cual luego comenzó á moverse, cosa que no había hecho en todos los cuatro dias, tomó un poco de agua, y sin ayuda de nadie se sentó sobre la cama, y se volvió á acostar y durmió toda la noche. Por la mañana le preguntó su madre como se sintía: respondiole que' bueno, y le dijo que ¿porque se lo preguntaba? que él no había tenido mal ninguno (tan sin sentidos estuvo, que no sabía

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