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| | CAPÍTULO XXXIX. 227 » "Y que igualmente movía á compasion y á admiracion á los que la miraban. Invocando el favor y ruegos del P. Ignacio, estuvo tan presto libre de todo, que no causó menor admiracion su repentina salud; y la hizo al Doctor Gil cuando la fué á visitar, que - hallándola del todo buena dijo: « Otro médico mejor. ha andado por aquí: este es muy grande milagro. » 265. Catalina Tamayo doncella, hija de Gaspar Tamayo, tuyo una erisipela en un brazo que la tuvo muy atormentada y afligida, que el dolor no le per- mitía reposo ni descanso alguno. Durole toda una cuaresma : los médicos y cirujanos se hallaban tan apurados, viendo sin provecho cuantos remedios le habían hecho, que se resolvieron á abrirle el brazo. Tuvo horror la enferma á tan penoso remedio; acor- dose con este temor de que tenía unas reliquias del P. Ignacio, y con fe grande invocando su ayuda, las puso sobre su brazo enfermo: con que se quedó luego dormida, y como fuese el sueño muy largo y no se quejase como solía, una hermana suya te- miendo no estuviese muerta, la despertó con cui- dado, y no sin admiracion de ambas, sin otra me- dicina se halló abierta la erisipela, quitado el dolor y deshinchado el brazo. 266. Isabel Marquesa, doncella, tuvo tambien una muy maliciosa erisipela que le cogía todo el cuello con tanto peligro, que habiéndole dado la Extre- ma-Uncion, por no tener esperanzas de que esca-

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