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220. OTROS MILAGROS al P. Ignacio, y pusole al cuello unas reliquias suyas, y al mismo punto vió á. su hijo libre de tan peligroso mal y de su mortal peligro, no sin- admiracion suya y alegría de su corazon, dándole á Dios las debidas gracias por tan repentina salud. 251. Cosme Ros, vecino de la misma ciudad, . estuvo tambien enfermo de garrotillo y tan apre ; tado que habiéndole dado el Viático, habían orde- nado los médicos le diesen aquella noche el Oleg santo, porque juzgaron que todos los accidentes de él eran mortales: calentura contínua sin poder tra- jar ni aun el agua, negros los fauces y amorti- guada la boca. Exhortáronlo á que se encomendase á la intercesion del P. Ignacio, que con verdadera confianza implorase su favor, y trajéronle á la me moria la de sus muchos milagros. Hizolo con mu chas veras; trajéronle unas sandalias que había” llevado en vida el siervo de Dios: tomólas el en- fermo y poniéndolas sobre su almohada, puso su - rostro sobre ellas, y encomendose á él. Se quedó dormido, reposó por espacio de dos horas, y desper- tando, le pareció se le había quitado de la gar- ganta un grande pedazo de carne, y alegre vién- dose libre del peligro de la vida, pidió de comer y comió como sano: y cuando fueron á visitarlo los médicos por la mañana, admiraron la repentina sa- lud, confesando era obra de Dios que por medio de su epero el P. Ignacio había obrado un prodigio.

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