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CAPÍTULO XXXVII. 217 todo lo volvía por narices y boca. Acordose tenia unas reliquias del P. Ignacio, y con fe de sus mé- ritos encomendándole muy de veras á su hija, se las pusó al cuello; y fué cosa admirable, que al mismo punto pidió la niña de comer, y comió como si no hubiera tenido mal alguno: quedando buena del todo, fuera de un defecto en las palabras que hablaba. Invocó el dicho padre segunda vez el fa- vor del P. Ignacio, suplicándole que pues habia hecho lo más, lo perfeccionase con hacer lo ménos quitándole 4 su hija aquel defecto: y el otro dia despertó la niña hablando clara y desembarazada- mente, libre del todo. 247. Beatriz Juan Garcia, mujer de José Gutier- rez, estando enferma de garrotillo, llegó tan al cabo que por ningun modo podía pasar la comida, tan apretada la garganta que por puntos se estaba aho- gando. Acordose tenía unos nombres de Jesus que le había dado viviendo el mismo P. Ignacio: enco- mendose á él con mucha fe y confianza, tomó tres de ellos con un poco de agua que pasó sin difi- cultad ninguna: y al mismo punto pidió de comer, viéndose libre de las agonías y peligro de la muerte, sana y buena, dando á Dios y á su siervo las de- bidas gracias. 4 ts a. 248. Gregoria Jimenez doncella, hija de Jaime Jimenez de Orihuela, estuvo tan apretada de garro- tillo, de calenturas y otros accidentes mortales, que

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