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208 APARICIONES Á ENFERMOS presentes de oir hablar con tanto aliento al po b fermo, cuando le juzgaban ya por muerto; y dijole el P. Fray Juan: « Señor Doctor, de qué buena com. pañía le he privado yo? » - « De la de un Padre del convento de Jesus con el niño Jesus en los bra. — z08. » - « ¿Era S. Antonio de Padua? », le preguntó el P. Fray Juan - « Nó, dijo él, sino el P. Ignacio de Monzon, que me ha puesto su mano sobre la frente y me ha dicho que no tema, que no moriré de esta enfermedad, y en hablándome se me fué luego.» Viose la verdad de la visita y de la promesa, con - la repentina salud del enfermo, libre de las calen- turas, y con tantas fuerzas que se levantó porfee- tamente sano de la cama: y solía decir el dicho - Doctor Gil, que el P. Ignacio había cumplido lo que le había dicho muchas veces: « Algun dia le pagaré la caridad que nos hace de visitar á mues- tros enfermos »: y agradecido á la merced de ha= - berle librado del peligro evidente de la muerte, - visitó su sepulcro y dejó colgado en él el hábito Capuchino que le había de servir de mortaja, en memoria y agradecimiento de tan manifiesto mi- lagro, y estuvo allí colgado mucho tiempo entre otras muchas memorias que le habían presentado,- en agradecimiento de los beneficios que milagro- samente habían recibido por la intercesion del P, Ignacio: y todas se quitaron cuando se publicó el decreto del Papa Urbano VIT, que prescribe

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