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CAPÍTULO XXXIV. 205 él unas trencederas; levantolas alegre, y uno de aquellos señores clérigos tomada la medida del cuerpo, se las volvió: Tenía en su casa á este tiempo una hija que se llamaba Jacinta Felices, muy apretada de dolores de costado: refiriole lo que había visto de la grande devocion con que todo el pueblo veneraba el cuerpo del P. Ignacio, y lo que á ella le había pasado de las trencederas (6 tren- cillas) y que con ellas había tomado la medida del cadáver; exhortándola á que las tomase con devo- cion y se les aplicase donde tenía el dolor, y con mucha fe invocase la intercesion del siervo de Dios, que confiase alcanzaría salud. Hiízolo la enferma, y con ella se quedó dormida y descansó toda aquella noche libre del dolor: y despertando por la mañana dijo 4 su madre, como había visto en sueños al P. Ignacio; y porque se viera había sido más que sueño ordinario el que había tenido, y que el que se le había representado en él, había sido el que había visto, se-vió libre de su mal de costado y de todos sus accidentes con entera y perfecta salud. 234. Doña Eulalia Belvis mujer de Jaime Fary, estaba al mismo tiempo en dicha ciudad de Orihuela; y hacía muchos dias que estaba enferma de una grande opilacion y con muchos dolores en todo el cuerpo. Oyendo la fama del general aplauso que toda la ciudad hacía al cuerpo del siervo de

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