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204 MILAGKOS EN EL ENTIERRO de la ciudad y que acudían todos á verle y ve nerarle, sintió en su alma no poder ir como los demas á sus honras: y con fe grande, desde sy. casa, le suplicó le alcanzase de Dios le quitase aquella enfermedad penosa de los ojos. Sintió luego el efecto de su fe y de la intercesion del siervo de Dios, porque en el mismo instante se halló libre del accidente de sus ojos, y en todo el restante de - su vida no le volvió más. | 232. Ginesa Montero, mujer de Jaime García, se halló en la iglesia mayor de Orihuela, al tiempo que el cuerpo del P. Ignacio estaba en el túmulo: y viendo la devocion con que todos tomaban medidas de lo largo del suyo, no hallándose con que tomar las, se quitó las cintas de su manto y las tomaron con ellas; y haciendo de ellas el debido aprecio, luego con mucha fe se las puso al cuello, que de un gar- rotillo que había tenido le había quedado en él una deforme hinchazon que ningun medicamento la había podido resolver: é invocando la intercesion del P. Ignacio, al mismo punto se le resolvió aquel grande tumor, y quedó libre del todo de aquella terrible deformidad. ; 233. Hallose á este mismo tiempo en dicha igle- sia mayor Catalina Quesada, mujer de Gines Feli- ces. Deseaba una de las medidas del cuerpo del: siervo de Dios, y como no hallase con que tomarla, desconsolada puso los ojos en el suelo, y vió en ee e y En E
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