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198 ENTIERRO menzó la música á cantar el responsorio, y entre tanto el Señor Provisor y algunos de los señores Canónigos y Jurados volvieron hacer 4 nuestro P. Guardian la misma peticion de la mañana: de que viniese bien en dejar llevar el cuerpo del P. Ignacio á su Iglesia Catedral, donde estaría más seguro que en el convento, y que ellos le guarda- rían mejor. El P. Guardian les respondió con mu- cha modestia, que él estaba siempre del mismo pa- recer y que no vendría jamas en dar el cuerpo del P. Ignacio. Uno de los Jurados mostrándose ofendido del.teson del P. Guardian, y con senti- miento al parecer, levantando la voz dijo: « Esta casa es nuestra: sálganse de ella los Capuchinos: que con ese presupuesto la han tomado, de que los podamos echar siempre que quisieremos. » Como todo esto era fingido y venían de acuerdo: levan- tose de todos un confuso alarido, y el Jurado di- ciendo y haciendo un vaiven á la reja, que como no tenía resistencia, la derribó con facilidad: los Ca- nónigos y clérigos que estaban cerca del feretro, levantaron en peso el cuerpo del P. Ignacio y se lo pusieron á los hombros, y dieron con él á las puertas de la iglesia. 226, Fué notable el alboroto que mostró el pue- blo cuando le vió fuera del convento, alegres to- dos levantaron el grito: « Ya tenemos, decian, al santo viejo, yana die nos lo quitará. » Ordenose

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