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196 ENTIERRO alguna noche la ciudad de Murcia y con mano violenta se lo llevasen; temían ademas que el Virrey de Valencia no lo pidiese á la religion, ó que la misma religion no lo pasase á Valencia, y se leg quitase á ellos el rico tesoro que Dios les había enviado: que tenían por cierto que esta era su yo. luntad, que se quedase en su ciudad donde había “determinado que muriese, y que á ellos «tocaba honrar, estimar y guardar esta prenda de que su Majestad les había hecho merced. El P. Guardian se les mostró muy agradecido al afecto que mos- traban al P. Ignacio y á la estimacion y honra que le hacían, y añadió que les daba, de parte de su religion y del mismo P. Ignacio, las gracias: pero que les suplicaba, no tratasen de pedirle el cuerpo del P. Ignacio, que habiendo allí convento de la Orden, no era bien le sacasen para enter- rarle fuera de él, que en él se le daría sepultura humilde como á los demas Capuchinos, que ha- biéndolo sido él tanto en vida, tambien gustaría lo tratasen como Religioso pobre y humilde des- pues de muerto, y pues que él viviendo había esti- mado tanto la compañía de sus hermanos y había muerto entre ellos, no vendría bien en que le apartasen muerto de la suya; por lo ménos, con- cluyó diciendo, « por lo que á mí me toca, jamas vendré bien en que se saque su cuerpo del con- vento »: que si otra cosa querían, lo negociasen con .

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